Monstruos

Monstruos se alza como una cruda fotografía a la cotidianeidad de la violencia, a la simpleza de unos jales con cerveza y al placer de la amoralidad y la locura, sin juzgar ni ofrecer ninguna clase de perspectiva mojigata acerca de los hechos. Sus personajes son marginales, marginados de cualquier suburbio de Santiago, de cualquier jungla, de la línea del tren o del potrero, del bandejón, de lugares recónditos que para las personas normales podrían ser sitios abandonados, pero que se alzan como vestigios de la modernidad en que se presentan los ritos más ocultos de la miseria humana. Pareciera ser que muchos de estos personajes carecen incluso de dualidad, y de alguna forma neutral flotan en este devenir pantanoso de cucarachas, papelinas, seres vivos que debiesen haber estado muertos y oscuridades. Sangre y semen fluyen de forma homogénea en este libro que no se guarda nada y se levanta con el pecho hinchado contra todo, dejando al lector, que está preparado y capacitado para engullir estas letras llenas de realidad y crudeza, en una suerte de tambaleo adrenalínico, sin necesidad alguna de una dosis blanca. Te envuelve, te toma del cogote y te lanza de cabeza a esa psicosis matutina después de haber estado toda la noche tragando y tragando...por la nariz